miércoles, 30 de septiembre de 2015

MATERNIDAD: La Realidad Supera Todas Las Expectativas

Tres libras y cinco onzas cambiaron mi vida para siempre. Y sí, suena a cliché pero nunca una frase había tenido tanto sentido para mí. Y aunque a veces la situación parezca muy dura, la fe es lo que nos mantiene en pie.
A mis 31 años, la llegada de nuestro primer bebé era la culminación de mi más grande sueño. Mi embarazo fue más que genial. Cero náuseas, mareos o vómitos. Eso sí, sueño, mucho sueño. Al día siguiente que nos enteramos que estábamos embarazados fuimos a ver por primera vez su pequeñito corazón latir. Y la verdad fue la melodía más hermosa que jamás se escribió, seguro saben de lo que estoy hablando. Decidimos aventurarnos a conocer el sexo del bebé hasta que naciera, ya después les contaré cómo fue esa experiencia. La ilusión de tenerlo entre mis brazos era tan grande que parecía que el tiempo no pasaba tan rápido como queríamos. Claro que cuando se iba acercando la fecha del parto me di cuenta de la responsabilidad que ser mamá conlleva y, aunque no todas lo aceptemos, me entró un miedito a lo desconocido.
La noticia de que nacería un mes antes nos agarró por sorpresa y ese maravilloso 16 de marzo nuestro Fernando Julián nos hizo papás. No, el parto no fue natural como siempre había soñado pero el por fin conocerlo y saber que él estaba bien, hizo que las tres horas de todo el proceso de la cesárea valieran la pena.
Nunca pensé que podría sentir tanto por tres libras y cinco onzas de puro amor. Sus manos, sus pies, todo él era perfecto. Con su primer llanto nos dimos cuenta de que iba a ser un campeón y que nos iba a enseñar de lucha y fe. Luego de que pude besarlo el doctor se lo llevó a la revisión de rutina y decidió que se quedaría en cuidados intensivos. Y aquí fue donde los tres empezamos a aprender uno del otro.
No, no tuve visitas en el hospital dándole la bienvenida. No pudo pasar de brazo en brazo para conocer a toda la gente que lo esperaba con tantas ansias como nosotros. Ni tampoco tuve la foto perfecta, esa imagen que uno muestra orgullosa para que el mundo conozca a nuestro hermoso bebé. Pero todo eso no me importó.
Podíamos verlo solo cinco minutos cada hora y ni la operación ni el cansancio hizo que faltáramos a una visita. Ver la fragilidad de su cuerpo pero lo fuerte de su personalidad me hizo saber que al final todo iba a estar bien. Una semana después de estar en intensivo fue el momento de ir a casa y con un poco de temor pero con mucha ilusión le pusimos su trajecito, que claro, le quedó enorme, y partimos a su nuevo hogar.
La logística de las visitas fue algo complicado. Solo los abuelos podían visitarlo pero por periodos cortos de tiempo y después de que verificáramos que se habían lavado y desinfectado por completo. Cambiarnos de ropa cada vez que estábamos en contacto con alguien más, mantener calientito el cuarto, estar pendiente de que comiera fueron solo algunas de las cosas que implementamos en nuestra nueva rutina ¡Nunca me había lavado las manos tantas veces en toda mi vida!
Las semanas fueron pasando y aunque el pronóstico del doctor era de que el bebé llegaría a las seis libras a los dos meses, él lo logró en solo 30 días. Una vez más nos dio una lección de tenacidad. Dos meses alejados del mundo exterior fue una prueba muy dura y me ayudó a entender sobre la fragilidad de la vida y la importancia de estar siempre agradecida por todo lo bueno y lo malo que pasa ya que siempre hay una lección que aprender.
Aunque fueron semanas de muchas emociones encontradas, cansancio y un poco de desesperación por el encierro, nos dio la oportunidad de tener un tiempo íntimo sólo los tres. Creo firmemente en encontrarle siempre el lado positivo a lo que me pasa y verlo de esta manera hizo que esto que nos tocó vivir sirviera para hacernos crecer.
Uno de mamá cree que estamos en este mundo para enseñarles cómo vivir y es sorprendente que al final nos damos cuenta que son ellos quienes vienen a enseñarnos lo que es verdaderamente vivir. Como el más anhelado encuentro, esperamos que el momento de conocer a nuestro bebé sea mágico. Y la verdad, es que la realidad siempre supera las expectativas.

sábado, 12 de septiembre de 2015

¿Un Color Puede Definir El Estado de Ánimo?

Escoger la temática ideal para el cuarto de nuestros peques es algo en lo que pasamos pensando mucho tiempo. Y en realidad va más allá del “rosado para niñas” y “celeste para niños”. Tenemos la ventaja de que existen millones de tonos de los cuales escoger, aunque en ocasiones nos pueden dejar más confundidas que decididas.
Como una labor titánica, en mi afán de buscar el color ideal me puse a investigar sobre la teoría del color y cómo puede influir en las personas que habitan en el cuarto. “Según su intensidad, calidez o frialdad, cada color es capaz de provocar diferentes estados de ánimo”, explica Alejandro García del Río, Gerente de Color de una marca local.
Sinceramente nunca me había puesto a pensar que el color que decidiera para el cuarto de mi bebé iba a tener un papel más importante que solo el estético. Me decidí por los colores neutros y blanco que, según el experto, son purificadores que brindan una sensación de limpieza y claridad, expresando elegancia y respeto. Me llamó la atención que se pueden utilizar tonos neutros en cualquier cuarto donde se desee que los aspectos de la decoración salgan a la luz. Utilizado en distintos matices, el blanco, específicamente, se puede crear una agradable sensación de profundidad. Esto me da la ventaja de poder colocar cuadros y juguetes súper coloridos sin que el cuarto se vea demasiado saturado.
Por si estás indecisa sobre qué color utilizar, te dejo una pequeña guía de algunos colores y el papel que pueden jugar en el cuarto de los wiros:
Rojo

Puede brindar gran calidez si se utiliza en pequeños detalles.


Foto: apartmenttherapy.com

Rosado

Evoca ternura, delicadeza y feminidad. Puede crear un ambiente fresco, sutil y brindar una sensación de confort.
Foto: apartmenttherapy.com

Azul
Representa dos de los elementos que alimentan la vida: el aire y el agua por lo que favorece la paciencia y serenidad.

Foto: apartmenttherapy.com

Verde

Es un color que ayuda al reposo y trae paz, seguridad y esperanza. Además, brinda una sensación de balance en la mente y el cuerpo.


Foto: apartmenttherapy.com


Según leí en este documento, los colores guardan dentro de sí una emoción que se relaciona directamente con la percepción humana. ¡Qué lindo saber que podemos influir positivamente en nuestros wiros incluso al momento de escoger el color de su habitación!
Espero te haya dejado la espinita y que al momento de escoger el color de la habitación de tus peques puedas mezclar los tonos que más se adecuen a la forma en que quieres que se sientan dentro de su propio espacio en casa.