sábado, 28 de noviembre de 2015

Reto #2: Dar sin esperar

Image by © Arman Zhenikeyev/Corbis


La semana pasada trabajamos el dar gracias como recompensa a pequeñas acciones que hacían los demás. Esta semana iremos un paso más allá. Te propongo que volvamos este “dar” en algo más tangible. Una vez más, escoge a una persona diaria para esta actividad. La idea es devolver un poco de esta actitud positiva y de buena vibra.
Esta vez no solo darás un cumplido de forma oral, lo tendrás que acompañar de un detalle físico. No te preocupes, no te estoy pidiendo que sea algo súper caro o que inviertas mucho en esta actividad. Puede ser desde un cafecito que tu hagas en casa o una flor de tu jardín. La creatividad será tu aliada en esta semana.
La idea es recompensar las buenas acciones de los demás con un gesto físico. Una forma más interesante de llevar a cabo este reto es hacerlo de forma anónima. Si la idea es que los demás sientan que sus buenas acciones no son pasadas por alto, el dejar el protagonismo a un lado motivará a los demás a seguir con esta cadena de buenas acciones.
Podríamos caer en la mentalidad de que una acción así no cambiará el mundo. Y puede que en cierta medida esto sea cierto. Sin embargo, a mí me gusta ver siempre más allá. Si bien es cierto que no cambiaremos el mundo con una flor que le entreguemos a alguien, este gesto podría motivar a que esta persona tenga este detalle con alguien más formando así una reacción en cadena.
No vamos a cambiar el mundo con un solo gesto, pero podemos cambiar nuestra parte del mundo que nos toca compartir y lograr que veamos la vida desde una perspectiva de más amor, tolerancia y respeto.
¿Probamos? Los resultados podrían sorprenderte más de lo que crees y además, internamente te sentirás muy bien dando sin recibir nada a cambio.

sábado, 21 de noviembre de 2015

Reto #1: busca lo positivo

Image by © Sofie Delauw/Corbis

Mucho se ha hablado de los conflictos absurdos que están sucediendo alrededor del mundo. No pretendo ser analista político ni ponerme a defender posturas. Creo que hay que enfocarnos, por un momento, en el fondo y no la forma.
En el lugar en donde trabajo he tenido la oportunidad de trabajar con personas de diferentes culturas y eso hace que podamos entender de forma práctica sobre la tolerancia y la empatía. En ocasiones, por razones culturales, se han dado casos en los que son heridos los sentimientos de alguien por simple ignorancia. Sólo están repitiendo lo que ven en casa.
Esto me ha llevado a buscar una forma en la que los peques puedan aprender a ser empáticos y a respetarse sin importar su origen étnico. Y en general ellos lo entienden y saben la importancia de ser corteses unos con otros aunque en ocasiones no compartan su forma de ver la vida.
Llegué a la conclusión que son las pequeñas acciones las que poco a poco van ayudando a hacer un cambio y por eso diseñé cuatro semanas de simples retos que pueden hacer un cambio en nuestro metro cuadrado. Lo genial es que no sabemos hasta dónde puede llegar esta iniciativa y cuánto bien le podemos hacer a nuestro espacio.
Reto #1: Busca lo positivo
Es muy fácil caer en encontrar los errores de cada una de las cosas que hacen los demás. Cambiando un poco ese chip, te invito a que por una semana elijas diariamente a una persona diferente y busques algo positivo que estén haciendo. Puede ser desde el hecho que siempre saluda con una sonrisa a los policías que cuidan la entrada de su trabajo y los llama por su nombre, hasta alguna actitud destacada y admirable. Quizá porque se esmera por llegar justo a tiempo o por su buena ortografía. Qué se yo, algo positivo que puedas encontrar. Ahora dícelo. Sí, exprésale lo que te asombra de su actitud. No tienes que pasar una hora alabándole. Con una simple frase verás cómo generas asombro en esa persona por tu comentario. Puedes enviar un mensaje, una pequeña nota, un chat, lo que quieras. Sólo hazlo.
¿Te animas?


martes, 17 de noviembre de 2015

Copiamos y reproducimos patrones

Image by © Turba/Corbis

Quién no recuerda aquellos días de adolescencia en los que amparabas tus reacciones en decir “es por culpa de mis papás”. Claro que era mucho más fácil el pasarle la responsabilidad de nuestros actos a alguien más. Y aunque para muchos esos días de juventud ya han pasado, pareciera que se les olvidó madurar. Sí, madurar y tomar responsabilidad de lo que hacen.
Empecemos por el principio. Las personas con las que crecemos definen en gran medida las personas que seremos al crecer. De ellas aprendemos sobre los demás y nuestro papel en la sociedad. Claro que no todo sale perfecto y con el paso del tiempo se van desarrollando adultos con atributos y carencias. Y aquí es donde empieza el trabajo personal.
De niños tenemos pocas oportunidades para ir “en contra” de lo que nuestros papás creían porque, siendo honestos, es lo único que conocíamos como nuestra “verdad”. Al ir creciendo, nos dimos cuenta que aunque hicieron lo mejor que pudieron por criarnos correctamente, hay actitudes y creencias que van en contra de lo que ahora creemos correcto.
Si somos lo suficientemente valientes, nos damos a la tarea de pulir nuestra visión de la vida aunque esto signifique cambiar nuestros paradigmas. No, no es una tarea fácil porque deja al descubierto heridas pasadas que debemos de sanar para poder ser una mejor versión de nosotros mismos.
El repetir patrones puede ser algo que inconscientemente no nos deje ser completamente plenos. Podemos pasar mucho tiempo definiendo nuestro nuevo ser pero algunas veces, cuando todo parece no tener sentido, se abre esa puerta que tiene guardado todo lo que aprendimos de pequeños y que nos sirve de caparazón al afrontar nuevos problemas.
Frases como “me oigo igual a mi mamá” o pelear por cosas sin sentido reproduciendo exactamente lo que vimos en casa, son señales de alarma que nuestro subconsciente nos envía. Lo irónico de todo este asunto es que con frecuencia es durante esas crisis en nuestra cabeza una vocecita nos está diciendo: “ya te diste cuenta que estás actuando como tu papá” o “por qué estás peleando por cosas sin sentido”. Son actitudes que nos hacen sentir cómodos, porque es algo conocido, y que lejos de ayudarnos a manejar mejor las cosas hacen que retrocedamos en nuestro aprendizaje.
Pero hay patrones que sí valen la pena repetir y atesorar como parte de nuestra identidad. Son esos los que hacen que salga lo peor de nosotros mismos a los que debemos de cerrarles la puerta para poder sanar las heridas y empezar otra vez.

viernes, 6 de noviembre de 2015

Las personas tóxicas

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Image by © Caspar Benson/fstop/Corbis

Primero definamos en simples palabras lo que es una persona tóxica. Es aquella persona que está buscando conflicto donde no hay, que tiene una impresionante habilidad para encontrar problema en todo lo que pasa y la “pobre víctima del destino” a la que todo lo malo de este mundo le sucede. Los encontrarás en tu trabajo, amistades, vecinos e incluso en tu familia. Sí, todos nos hemos topado con este tipo de especímenes. Lo importante es alejarnos de ellos.
Y es que la vida no es sólo cosas lindas, eso está claro. Es más sobre darnos la oportunidad de disfrutar lo que nos sucede y, por qué no, hasta lo que no sucede. Sin embargo, a veces es muy fácil caer en las garras de estos entes que nos orillan a verle el peor lado a lo que nos está pasando.
Huye. Rápido. Muy. Rápido.
Unos por necesidad extrema de atención, otros porque quieren que todos sean tan miserables como ellos. No importa el origen, lo que sí importa es que todos tienen el mismo objetivo.
Estas son unas claves para que los identifiques.
Los “Tiro la piedra y escondo la mano”
Son los especialistas en hablar más pestes de alguna situación o persona y cuando le toca enfrentarse a los demás simplemente se hace la res. El típico: creo que deberíamos de hablar con el jefe sobre el exceso de trabajo. Y cuando se reúnen para hablar del tema finge que fue idea de alguien más.
Los “Por qué todo me pasa a mí”
 Seguro ya tienes alguien en mente con estas características. Justo cuando empiezas a hablar sobre algo que te está pasando, salen con su historia épica en la que sólo le falta que un perro le haga pipí encima. Hacen que toda la atención sea para ellos y que todo lo que les pasa es resultado que el mundo los odia.
 Los “el problema es”
La famosa frase “es que el problema es” sólo puede venir acompañada de una persona que pese a todo tiene una gran capacidad para encontrar el pelo en la sopa. Ninguna idea fuera de lo que ellos piensan es lo suficientemente buena como para que dejen su pesimismo a un lado. Lo importante es no seguirles el juego.
De estos, existen muchos ejemplos más que nos podrían dar más pistas sobre las personas tóxicas. Creo que en la vida no podemos pretender que todo irá siempre bien. Lo que sí podemos hacer es encontrarle el mejor lado a las cosas y huir de este tipo de personas que sólo contaminan nuestras buenas vibras. Es muy fácil caer en este tipo de actitudes pero he comprobado que el ser agradecido siempre es una mejor opción. La vida te regresa lo que le estás dando y dejar a un lado lo negativo sólo te abre más las posibilidades que mejores cosas lleguen a tu vida. Alejarnos de estas personas muchas veces es la mejor decisión, aunque no la más fácil. Establecer límites nos ayudará a tener una vida más en paz. Y al final, lo importante es que nosotros decidimos qué es lo que nos afecta y qué no.