sábado, 30 de abril de 2016

Nuestro lenguage interno

By Corbis

Con el paso de los años nos damos cuenta de lo importante que es la actitud con la que tomamos las cosas. Sin embargo, pocas veces somos conscientes de que el lenguage interno, la forma en la que nos hablamos a nosotros mismos, tiene un gran impacto en nuestra vida.
A veces, creernos o no capaces de alcanzar alguna meta, está muy relacionado con nuestro lenguage interno. Esas conversaciones íntimas que tenemos con nosotros en las que intercambiamos ideas sobre lo que somos o creemos deberíamos ser. Esos momentos en los que tratamos de definir si vale la pena el riesgo o si mejor deberíamos retroceder.
Es interesante cómo llegamos a ser tan críticos con nosotros. Y claro que esto no siempre es algo malo, es sólo que en ocasiones, quizá por miedo a fracasar o a no llenar nuestras propias expectativas, estas pláticas se vuelven más intensas de lo necesario. Ser exigentes con lo que hacemos no se tiene que volver una especie de autosabotaje que haga que al final no hagamos nada.
Considero que, como en todo, el balance debe existir. Ser capaces de evaluar nuestras fortalezas y debilidades antes de decidir o no perseguir una nueva meta. Evitar ser tan duros y aceptar que tal vez solo debemos ajustar las velas y navegar hacia otra dirección.
Aprovechemos esos momentos en los que estamos solos. El camino hacia el trabajo, las mañanas mientras nos arreglamos o la interminable espera en la fila del banco para escucharnos y poder evaluar la calidad de nuestro diálogo. Además, será una buena forma de conocernos más y de seguir mejorando. Seguro te sorprenderás.

viernes, 29 de abril de 2016

Diez minutos para Mamá


La maternidad es una experiencia hermosa. En un abrir y cerrar de ojos somos responsables de una personita que viene a poner nuestro mundo de cabeza. Pero en este proceso, utilizamos todas nuestras fuerzas en suplir las necesidades de nuestro peque y llenarlo de mucho amor y en ocasiones nos olvidamos que también nosotras somos importantes. Estamos tan esmeradas en cuidar de nuestra familia que es fácil dejar nuestras necesidades para después.
Aunque parezca algo complicado, tomarnos 10 minutos para nosotras mismas nos puede ayudar a sentirnos con más ánimo y a motivarnos a enfrentar un nuevo día con una mejor actitud.
Esta rutina de maquillaje tiene cinco fáciles pasos que no te quitarán mucho tiempo en la mañana:
Humecta tu rostro
Este paso en muy importante para preparar nuestra piel y que luzca fresca y juvenil. Utilizar una crema que sea especial para rostro y para tu tipo de piel es esencial. Si vas a estar en actividades al aire libre, recuerda utilizar protector solar para rostro luego de la crema.
Corrector de ojeras
Los constantes desvelos hacen que nuestras ojeras se noten más. Utiliza un corrector sólo en las áreas que lo necesitas para darte una apariencia refrescante. Este debe ser solo un tono más claro que tu piel. Los correctores color salmón son ideales para ayudar a contrastar el color oscuro.
Aplica base en polvo
Aplica una fina capa. Este producto te ayudará a eliminar brillos y darle una apariencia más uniforme a la piel de tu rostro.
Usa rímel o mascara para abrir tus ojos
Debido a que no vamos a utilizar sombras, aplicar rímel es una buena alternativa que ayudará a que tu mirada se vea más intensa.
Rubor en las mejillas para toque final
Darle un poco de color a tus mejillas hará que tengas una apariencia con más vitalidad. Un buen tip para saber en dónde colocar el producto es aplicarlo en las áreas que se ponen más rojitas cuando te sonrojas.
Estos simples pasos te ayudarán a disfrutar de un momento para ti y a enfocarte en tu cuidado personal. Es importante que te tomes este tiempo para cuidarte con la misma pasión con la que cuidas a tu familia.
Un abrazo en la distancia,

Texto previamente publicado en: http://cosasdewiros.com/diez-minutos-para-mama/

viernes, 22 de abril de 2016

Practicando la Resiliencia

By Corbis

Me parece fascinante como para los peques adaptarse al cambio les parece tan natural. Supongo que vamos perdiendo esa habilidad con el paso del tiempo y nuestra necesidad de que las cosas sean siempre como nosotros queremos. Quizá nuestra vida sería un poco más fácil si recuperamos esta habilidad.
La resiliencia “es un proceso dinámico que tiene por resultado la adaptación positiva en contextos de gran adversidad”. Luthar (2000). Es básicamente tener la capacidad de encontrar fuerza interior para sobrellevar las situaciones complicadas de la vida. Claro que es más fácil decirlo que hacerlo pero ponerlo en práctica nos puede cambiar la perspectiva de la vida.
En los últimos años he tenido la oportunidad de ser maestra en un colegio muy particular. En este no todos los niños inician el año escolar en el mismo momento porque dependen del trabajo de sus papás. Si ellos son transferidos a otro país tienen que agarrar sus cosas e irse. Dejan atrás a sus amigos, su lugar seguro y todo lo que ya es familiar para ellos. Parece el sueño de cualquiera tener la oportunidad de viajar por el mundo y estudiar en distintos colegios. Para ellos va más allá de poder conocer distintas culturas. Es dejar todo lo que conocen y empezar de nuevo una y otra vez. Y me asombra como, en la mayoría de casos, a su corta edad han logrado manejar sus sentimientos y disfrutar del proceso. Son capaces de sentir tristeza por la separación pero les emociona la nueva aventura.
He podido reaprender de sus experiencias y reafirmar que la actitud que tomamos frente a lo que nos pasa es clave para disfrutar de la vida.

Te invito a encontrar lo positivo incluso en esas situaciones que nos hacen dudar de que todo mejorará.


viernes, 15 de abril de 2016

Cuando hacer de todo no basta

By Corbis
Cuando entré a la vida adulta me di cuenta que no era como lo imaginaba. Me recuerdo que veía tan lejano el llegar a ser independiente y poder decidir sobre qué quería hacer y que no. Con el tiempo me di cuenta que a veces no es tan simple como blanco o negro. Los matices de gris tienen un papel muy importante.
Siento que nos han hecho sentir la necesidad de estar siempre ocupados. De lo contrario “no estamos siendo productivos”. En algún momento de nuestra vida quizá tenga un poco de sentido porque estamos tratando de aprender la mayor cantidad de información del nuevo trabajo o del pasatiempo recién descubierto. Sin embargo, tarde o temprano nos damos cuenta que la vida no es así. Nos damos cuenta que debemos ver más allá y que por estar “siempre ocupados” nos estamos perdiendo de la simpleza de la vida.
Estamos tan acostumbrados a llenar cada segundo de nuestro día que incluso nos llegamos a sentir culpables cuando tenemos “tiempo libre”. Entiendo que a veces es importante ser capaces de dar la milla extra por algún proyecto importante. Mi crítica va más enfocada a que pareciera que si no se está hasta súper tarde en la oficina no se “está lo suficientemente comprometido” con la empresa. Creo que tiene más sentido evaluar si el trabajo se está llevando a cabo o no y no cuántas horas se está en una oficina fingiendo trabajar duro.
La vida pasa tan deprisa que nos debemos de permitir el tomarnos el tiempo para disfrutar de las pequeñas cosas de la vida. Cuándo fue la última vez que te sentaste a disfrutar un buen libro o que comiste sin prisa alguna. Estamos tan acostumbrados al corre corre que nos parece utópico tener tiempo para sentarnos a tomar un café sin que la excusa sea algo laboral.
Se nos va la vida en banalidades y en cumplir los sueños de alguien más. Se nos va la vida dejando lo importante para cuando haya tiempo sin percatarnos que esos momentos ya no regresan y que quizás ese después nunca llegue.
Te invito a que le des tiempo a esos pequeños placeres de la vida. A compartirlos con los que más quieras o a ser un poco egoísta y dedicártelo todo a ti. No hay problema. Lo que importa es recuperar el tiempo para vivir esos momentos que nos dan sentido a la vida y nos motivan a seguir.
No dejemos que los horarios nos dominen. Aprendamos a disfrutar cada parte de nuestro día dándole un poco de nuestro tiempo a cada cosa.

miércoles, 6 de abril de 2016

Te dejo ir a ti y no al recuerdo

By Corbis

Por nuestra vida pasan muchas personas con las cuales hemos tenido la oportunidad de vivir experiencias buenas y malas. A veces la vida nos lleva por diferentes caminos y no siempre sabemos si ignorar lo vivido o dejar que sea parte de nuestra vida.
Parece un poco egoísta con nosotros mismos el eliminar todo lo vivido solo porque ya no se está con esa persona. Muchas veces no nos damos cuenta que esas experiencias nos hacen ser las personas que somos ahora. Queramos o no van a formar siempre parte de una etapa de nuestra existencia.
Hemos aprendido a amar y a ser amados. Hemos sentido el dolor de un corazón roto y hemos sido también culpables de ese dolor. Hemos creido en el amor y también a veces hemos dejado de creer. No lo hemos hecho solos. Hemos tenido increíbles compañeros de viaje y también pésimos aleros. Al final, lo aceptemos o no, todo se traduce a aprendizaje gracias al viaje de la vida.
Pienso que requiere de madurez el poder separar un recuerdo de la persona con la que lo vivimos. Qué sería de la vida si dejáramos escapar lo que sentimos con nuestro primer beso. Esa mezcla de curiosidad, miedo y emoción hacia lo desconocido. O borrar por completo el hecho de que alguien nos dejó de amar. Qué sería de nosotros si no tomamos esas enseñanzas y usarlas para mejorar.
Todos tenemos a personas a las que agradecer por acompañarnos en nuestra vida. Quizá tengamos mucho tiempo de no verlas, tal vez las veamos con frecuencia o nunca nos las volvamos a topar. Lo que está claro es que compartieron una parte de nuestra existencia que nunca se volverá a repetir y que no podremos compartir con nadie más.
Parece absurdo el dejar tan en la superficie esos sentimientos que nos hacen sonreír con tan solo recordar. Y es eso exactamente a lo que me refiero. No, no se trata de X o Y persona con la que lo viví. Se trata de aquel momento en el que me permití ser vulnerable, cuando aposté todo por el todo, el instante en el que parecía que el mundo se paraba y no importaba nada más. Se trata de mi. De esas pequeñas victorias que me hacen recordar que a veces vale la pena luchar y no quedarse en el “y si hubiera hecho…”
Seamos valientes y dejemos ir a la persona y no al recuerdo.. aunque sea más difícil de lo que nos atrevamos a aceptar.