lunes, 30 de mayo de 2016

No solo son disfraces y cómics


La semana pasada fuimos al estreno de X-Men Apocalypse, por insistencia de mi esposo. Había personas con playeras con diseños de los personajes de Marvel, e incluso una persona con el casco icónico de Magneto. Estaban ahí los verdaderos fanáticos de estas historietas de acción.
Debo ser honesta, pensaba que iba a ver una película con muchos efectos especiales, explosiones y súper poderes sin explicación. No es mi tipo de películas, pero de alguna manera entendí toda esa fiebre y esa emoción por esta ya larga franquicia. No se trata ni de los efectos, ni de los poderes de los mutantes sino se trata de la incomprensión humana.
Stan Lee, quien aparece en un cameo del filme, entendió todos los prejuicios que abundaban en su época, donde hasta habían baños independientes para afroamericanos y blancos en Estados Unidos, y creó una historia sobre segregación. Los mutantes son discriminados por ser diferentes, los humanos les temen porque no los comprenden y por ello muchos quieren destruirlos. La nobleza y el idealismo del Xavier lo lleva a reclutarlos y llevarlos a una escuela donde nadie los juzgará por ser diferentes.
Frente a este ideal se encuentran los mutantes como Magneto y Apocalipsis, que se creen superiores a los humanos e intentan destruirlos. Magneto es el centro de la atención en esta película siendo él la persona (o el mutante, mejor dicho) que puede inclinar la balanza a favor de la humanidad.
Ese trasfondo me parece muy adecuado. Ese de tener fe y esperanza en la humanidad. Hasta cierto punto todos somos mutantes, todos somos incomprendidos y es nuestro deber hacer nuestra vida en la Tierra más placentera, más aceptable y más tolerante. Existen algunos que se sienten Apocalipsis, superiores a todos los demás, y les importa poco lo que pueda ocurrirle a alguien aparte de sí mismos. Sin embargo, hay una gran cantidad de personas que son como los estudiantes de la mansión, que no saben todo su potencial, que no tienen el entrenamiento ni conocimiento para utilizar sus habilidades para beneficio de la humanidad.
Así fue como entendí la película y la saga completa. Siempre hay un momento en la vida en que podemos ser estudiantes, ser Apocalipsis, ser Magneto o ser Charles Xavier. Este último no pierde fe en la humanidad y en los mutantes pese a que quedó paralítico justamente por ese sueño. ¿A qué bando pertenecemos? ¿Nos importa poco lo que le pase a los demás o hemos comprendido nuestro rol en esta vida?
Quizá sea una gran reflexión la que nos deja esta película.

viernes, 27 de mayo de 2016

Dejando ir la lactancia


Pareciera que llevo toda una vida a tu lado. El papel de mamá ha hecho que en ocasiones mis otros roles no tengan tanto protagonismo. Parece que fue ayer cuando me enteré que ya estabas en mi vientre, o cuando por fin nos conocimos por primera vez tu papi, tú y yo. Parece que fue ayer cuando te oí decir mamá y todo cobró un sentido diferente.
Estoy muy orgullosa del camino que hemos recorrido juntos. Hemos sido un gran equipo y hasta papá ha aprendido cómo se cuida de la leche materna y a limpiar el millón de partes del saca leche. Este año y dos meses de lactancia han sido una bendición enorme el poder alimentarte física y emocionalmente. No, no ha sido fácil. Pero quién dijo que lo bueno no cuesta. Has sido muy paciente e incluso en esos días en los que el estrés y las miles de cosas por hacer me han apartado de ti, esperas con mucha emoción ese momento especial. Ese momento en el que todo el mundo deja de girar y solo estamos tú y yo.
Tu cuarto ha estado listo desde antes que nacieras y hemos logrado hacer los cambios para ayudarte a adquirir nuevas destrezas. La cama tipo Montesorri ha sido testigo de días de juego, tardes de siesta y ahora de noches de descanso.
Quisiera estar siempre junto a ti, claro que quisiera. Y es en estos momentos en los que mi parte Mamá no quiere que nos separemos pero mi parte adulta sabe que es lo más sano. Y ha sido tan asombroso cómo has madurado que parece que tú estuviste listo antes que yo. Parece que estas listo para hacer tuyo tu espacio en el que soñaras, reirás y también llorarás. Ese espacio que será el confidente de tus sueños mas grandes y también de tus miedos. El lugar en donde te refugiarás para tratar de entender muchas cosas de la vida.
Probablemente estás más listo tú que yo. Pero tocará ser fuerte para darte la confianza de que todo va a estar bien. Que el vinculo que nos une es algo invisible pero tan fuerte que siempre estará, incluso cuando yo ya no esté.
Debo confesar que escuché muchas experiencias de otras mamás a las que la lactancia no fue algo tan mágico. Se enfocaban en los dolores, la “incomodidad”, las horas consumidas en el proceso, el que producían mucha o poca leche, en fin. Y llegando al final de esta experiencia puedo decir que no había experimentado sensación más satisfactoria que poderte dar de mamar. Estoy segura de haberte dado más que alimento. Fuiste testigo de cómo la persona que conociste el 16 de marzo se fue transformando y logró aprender a tu lado este maravilloso mundo de la maternidad.
Pensé que el momento en el que dejarás la lactancia no me iba a afectar. ¡Qué equivocada estaba! Es un sentimiento contradictorio. Por un lado, estoy orgullosa y sorprendida de cómo te estas comiendo al mundo con tu valentía y coraje. Por otro lado, temo tanto que ya no me necesites tanto. Sí, ya sé que siempre necesitarás a mamá, es solo que creo que no soy tan valiente como tú.
Será un desenlace maravilloso para nuestra historia. Una de muchas batallas que pelearemos juntos. Seré respetuosa sobre si quieres tomar de mi lechita o no. Tendrás la opción por el tiempo que necesites y, el día en que ya no te haga falta, estaré agradecida de poder haber llegado hasta ahí.
Recuerda que mamá y papá siempre estarán a cinco pasos de distancia.
Texto previamente publicado en: http://cosasdewiros.com/dejando-ir-la-lactancia/

martes, 10 de mayo de 2016

Me toca renunciar…


Esto de la maternidad se vuelve algunas veces un poco más complejo de lo que esperaba. No me tomen a mal, amo ser mamá. Es solo que hay momentos más complicados que otros. Esos instantes en los que una decisión puede definir muchas cosas.
Hace poco leí un artículo sobre las cosas a las que las mujeres nos toca renunciar. Una perspectiva muy interesante. Les dejaré el enlace al final por si quieren pasar a verlo al terminar de leer.
Empecemos por lo básico. Al momento de convertirnos en mamás las decisiones involucran a más de una vida. Es como aquellos libros en los que para continuar la historia te pedían que decidieras qué pasaría después y, dependiendo de tu respuesta, era la página que tenías que leer. Algo así… Solo que un poco más complejo.
Nos toca decidir volver al trabajo y llevar una vida dividida entre ser Mamá y mujer trabajadora. Eso tendría como consecuencia perder tiempo con la familia pero seguir avanzando profesionalmente. Si decidimos quedarnos en casita para dedicarnos 100% al peque significa que estaremos presentes en momentos importantes de su vida aunque eso signifique que las conversaciones sean en monosílabos y tratando de entender los gestos de una personita.
Es también tener que decidir entre lo básico: nos gastamos el dinero en algún evento o decidimos con madurez guardarlo para el súper de la quincena. Es pensar dos veces antes de hacer planes para el finde para verificar que todos estarán bien con la decisión.
Se lee un poco extremista pero en realidad así es, aunque muchas no nos atrevamos a aceptarlo. Es decidir entre perseguir un sueño a costa de todo o dejarlo en pausa para una siguiente ocasión.
No es algo fácil. Es elegir el puesto que tanto anhelabas, llegar tarde a casa, dejar a tu peque dormido en la mañana y encontrarlo igual, es seguir trabajando al llegar a casa y estar feliz por ello. Es decidir poner tu papel como Mami primero aunque a tu familia no le parezca, adecuar de forma más creativa la economía del hogar y estar feliz por poder estar con ellos más horas al día.
Sea lo que sea a lo que decidamos renunciar está bien. Si das de mamar, si prefieres la fórmula, si no los dejas salir sin suéter, si corres con ellos bajo la lluvia, si los metes a clases extracurriculares, si prefieres que inventen sus propios juegos, si te refieres a las tareas del cole como “nuestros deberes”, si confías en que los podrá hacer solo, esto y mucho más… Está bien.
Nos toca renunciar, sí y a muchas cosas constantemente. Solo tenemos que estar seguras de estar tomando las decisiones por las razones adecuadas.
Para mientras… Sigamos renunciando…
Link: http://nosotraz.com/2015/12/23/%C2%A8las-renuncias-de-las-madres%C2%A8-un-tema-viral-que-ha-puesto-a-meditar-en-ello/
Texto previamente publicado en: https://elindependiente.gt/me-toca-renunciar/

sábado, 7 de mayo de 2016

En el amor no vale ser valiente

By Corbis

Siento que la vida pasa tan rápido que a veces nos la complicamos más de lo que deberíamos. El amor y nuestras relaciones son una de las áreas más afectadas. De dónde nos habremos sacado la idea de que si en el amor no hay drama no es “amor”. Claro, no estoy diciendo que siempre sea así pero en más de una ocasión todos hemos sido víctimas de esos dramas innecesarios.
Sonará a cursilería, pero el amor implica más que estar con alguien. Es ser capaz de entender que no son dueños del otro pero que al mismo tiempo se pertenecen. Es entender que la libertad significa que aún en la distancia el cariño sigue intacto y tan fuerte como siempre. Es poder ser parte de triunfos tan grandes que a veces también implican tener que separarse. Y eso… Eso también es amor. Una versión más madura y menos utópica, pero amor al final.
Últimamente he escuchado historias de amores que pudieron ser y no fueron y no deja de ser triste. No sé si es que hemos visto muchas películas románticas de Hollywood en las que las personas saben que se aman pero dejan que un millón de cosas se interpongan en su felicidad.  Sí, la mayoría de esas parejas de cine acaban juntas pero no creo que pase tan seguido en la realidad.
No sé si es nuestra idea de que “si no cuesta, no vale la pena” o “es que hay que hacerse el difícil para que te valoren”. Sí y no. Es lograr un balance pero no dejar la historia en el “y si hubiera hecho”. Y lo digo porque siempre va a haber alguien más esperando el más mínimo descuido para poder conquistar y que está dispuesta a dejar todo el drama de un lado. Alguien que va a poder ver más allá y entender que vale la pena encontrar la forma de amar sin tanto rollo ni complicaciones. Alguien que deje de un lado el ego y esté dispuesto a amar sin condiciones.
Como diría Alejandro Sanz: “Se me olvidó que no he dejado nunca de quererte. Se me olvidó que en el amor no vale ser valiente”.  Y no, no vale dejar que el mundo decida sobre nuestra felicidad. Hay que escuchar más al corazón de vez en cuando 😉